La penumbra se alista para devorar la hojas de los helechos muertos,
aquellos que como nosotros se secaron con los años.
El tiempo marchitó nuestras hojas y nuestro corazón en poco tiempo,
en el olvidado patio de aquella casona.
En el lejano eco de nuestras risas, de los juegos de la niñez,
cuando parecía que tenías el diablo en el corazón.
Como corríamos, cuanto paseábamos, jamás entendí como llegó aquello a ser tan acogedor.
El olor a cesped. La salida del colegio.
El recreo. El avión pintado en el piso.
La melodía folklórica de la guitarra del abuelo de fondo.
El sonido del agua envolviéndonos.
Un día pronto iré a visitarte de nuevo para planchar las arrugas de aquel corazón que me
acompañó en tantas aventuras y cantar aquella vieja canción
que aún hoy sigo llevando en mi corazón.
Los helechos florecerán al compás de tu sonrisa y al final
seguiremos siendo sólo tú y yo.
3 comentarios:
y el poeta surge de lo mas ignoto del alma....
la dualidad de las almas, continua
tu sensibilidad, humor,y esencia hacen que este mundo encuentre el equilibrio entre el raciocinio y la espiritualidad...
que gusto leerte :) sorprendiendome
un beso
buena vibra
-SU-
Despúes de leer esto, tal vez pudiera decirte, ¡sin palabras!, pero esto podria crear una dualidad y no quiero que pienses que es malo lo que escribes, solo te puedo decir, que todo lo ahi plasmado tiene un sentido oculto, el cual brica a cada uno de tus lectoresa...
un saludo primo.
me recordo mi infancia ¿por qué? no lo sé pero de eso se trata que no.
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