Las persianas entreabiertas.
Oscuridad.
Apenas encuentro las fuerzas necesarias para voltear a verte.
Tu cuerpo relamido entre las sábanas al lado mío.
Tu cabellera enmarañada, tu piel suave y tersa.
Tus glúteos redondos chocando conmigo...
Hace algunas horas irradiabas con tu magia el cuarto en medio de luces de colores.
Envolviéndome con tu olor fresco y tu coquetería entre tus brazos.
Tus besos desesperados.
Tus manos frías.
Tu ansiedad.
Confusión, sin conexiones.
Mi mente a punto de estallar.
Todo dando vueltas.
Tu risa.
Y luego una cabalgata salvaje entorpecida por los tragos de whiskey que bebimos antes.
Tu respiración agitada, mi pecho a punto de reventar. Tus uñas adheridas a mi espalda.
Después, un gemido ahogado entre espasmos que te dejaron aletargada sobre mi pecho.
Eso fué hace unas horas...
Pronto amanecerá y me levantaré en medio de un dolor de cabeza descomunal.
Lavaré mi rostro y miraré las arrugas que comienzan a amenazarlo en el espejo.
Han pasado tantos años...
Saldré a la calle y caminaré sin rumbo. Tal vez un día regrese a aquel local donde te veía pasar por la acera hace años.
Y esta mente vieja y borracha olvidará tu dirección para nunca recordar que alguna vez este corazón estuvo encaprichada y locamente enamorado de tí.
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