Una vez conocí a una chica.
Salimos a bailar con sus hermanos.
Y nos emborrachamos.
Y reímos.
Y nos besamos.
La pasamos realmente bien.
Estuvimos juntos algún tiempo.
En invierno solíamos acurrucarnos en el sillón junto a la chimenea.
Cada semana viajaba en mi vocho unas dos horas hasta aquel pueblo recóndito.
A aquella casita donde veneraban al cruz azul.
Esa chica estuvo conmigo de verdad
Y un día simplemente la dejé.
Y me buscó.
Y la rechacé.
Y me porté como un verdadero infeliz.
Y lo eché todo a perder
Un día soleado hace algunos años.
A veces abro el viejo cajón y encuentro sus cartas.
Déjala descansar me digo, ahora tiene esposo e hijos y todo eso
Y tú sigues ahí tirado en la alfombra.
Crudo.
Vacío.
Maldito.