Los días avanzan rápidamente.
Uno tras otro. Golpean fuerte como el periódico en el hocico del perro del vecino.
El aire huele diferente.
El lodo se siente diferente.
Las vacas tienen la mirada vacía.
El campo reverdece a su paso. El agua fluye de prisa.
Olor a putrefacción en la colina.
Los buitres sentados en aquella parota.
Las moscas danzando por aqui y por allá.
Silencio.
Un mujido.
Mi corazón volcándose a punto de salir corriendo.
Me quedo parado mirando las aves. Mirando el cielo.
Abatido.
Todos los días recorro varios kilómetros tras un espejismo.
Escondido en mi pecho. Dentro muy dentro confieso para mí amargamente.
Que la vereda que elegí no me lleva a ninguna parte.
Pasan los días y sigo comiendo.
Cojiendo.
Corriendo.
Huyendo.
Ganando.
Gastando.
Fluyendo.
Todo se resume en dos palabras:
"Estoy jodido".