lunes, 27 de diciembre de 2010

Ese algo.


Hay algo que rasga dentro de mi pecho.
Dentro muy dentro. Rompiendo todo. Amenazando con salir se revuelve en mí
La idea de no ser yo.
De pretender ser alguien más.
Mandar todo al carajo. Gritar. Mudar de piel como las serpientes.
Todo mundo me mira cuando paso por la calle. En la casa. En el trabajo.
Murmuran entre sí.
“No lo alcanzará”.
“Que deje de perder el tiempo”
“Fracasado”.
Algo se transfiere en mi mente. Cambia de lugar.
Ese algo está cerca. ¿Escuchas ese sonido? Es él.
Se abre paso partiendo madres ¿y sabes qué? Sigues tú.
Y tú.
Y tú.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Locura ordinaria.

Los días avanzan rápidamente.
Uno tras otro. Golpean fuerte como el periódico en el hocico del perro del vecino.
El aire huele diferente.
El lodo se siente diferente.
Las vacas tienen la mirada vacía.
El campo reverdece a su paso. El agua fluye de prisa.
Olor a putrefacción en la colina.
Los buitres sentados en aquella parota.
Las moscas danzando por aqui y por allá.
Silencio.
Un mujido.
Mi corazón volcándose a punto de salir corriendo.
Me quedo parado mirando las aves. Mirando el cielo.
Abatido.
Todos los días recorro varios kilómetros tras un espejismo.
Escondido en mi pecho. Dentro muy dentro confieso para mí amargamente.
Que la vereda que elegí no me lleva a ninguna parte.
Pasan los días y sigo comiendo.
Cojiendo.
Corriendo.
Huyendo.
Ganando.
Gastando.
Fluyendo.
Todo se resume en dos palabras:

"Estoy jodido".

jueves, 29 de abril de 2010

Las montañas

La tarde muere y las montañas alrededor de la casa murmuran algo entre sí,
los pájaros revolotean en sus nidos, la primavera agoniza, una mujer gimotea en la t.v.

Mi correo vacío.
Mi cuenta vacía.
Mis bolsillos vacíos.

El viento sopla pasivamente, mi mujer revolotea acomodando unos cuadros. Y hablamos
de esto, de aquello.

Aborrezco el cigarro.
Aborrezco el café.
Aborrezco las noches infernales de mosquitos asesinos.

Hace mucho que el alcohol no fluye por mi sangre y estoy perdiendo algo.
Como perro domesticado miro a través de la ventana.
Necesito escribir.
De verdad lo necesito.

Y aún haciéndolo siento que pasará mucho tiempo antes de poder plasmar lo que verdaderamente quiero en mis poemas.

Tomo las llaves del auto, abro el garage. Mi mujer me pide algo, no alcanzo a escuchar qué.
Prendo el estéreo. Piso el acelerador a fondo.

La brisa golpea mi cara, volteo y las montañas me miran, sonríen, susurran de nuevo algo para mí.

Y por un segundo soy libre. De nuevo.